Mis otras voces y yo vamos a tratar de decir esto de forma resumida, pero me disculpo de antemano, se nos complica eso. (Voy a poner lo importante en las letras oscuras, para el que se quiera ahorrar la intro.)
Explicar esa tristeza de ayer, la que volví a guardar hoy.
Todo empezó con el desfile del bicentenario. Fíjense, yo de chiquita siempre quise venir a Caracas a ver esos desfiles de gente y militares y aviones, cantando el himno nacional. De verdad, era mi forma de ver que aquí la gente estaba tan enamorada del país como las maestras nos enseñaban a estarlo en el colegio.
Este año, viviendo en Caracas, tuve la oportunidad de ir a verlo y no fui. Y de pana, tenía GANAS.
¿Por qué no fui? Me protegí de una posible -y efectivamente probable- decepción.
El 5 de julio TODOS los venezolanos teníamos motivos para celebrar 200 años de independencia. Poca gente se da cuenta, pero de verdad no es lo mismo 30 ó 100 años de independencia, que 200 años. El espacio para desarrollarse es mucho mayor. El enraizamiento de la idea de la libertad dentro de la mente del pueblo es exponencial con el tiempo, y ahorita, a pesar de que dependamos del petróleo, de Estados Unidos, y del dólar para importar los productos que no nos esforzamos en producir; nos sabemos libres. Sabemos buscar lo que queremos.
Por eso sostengo que debimos todos celebrar.
Ahora, como venía contando, el factor decepcionante que me temía apareció. Militares cantando que quieren socialismo, para empezar. Si lo cuento en otro lado, no me lo creen. Y yo pensaba que eso -que ya es normal- iba a ser la decepción del día. Me dormí pensando en eso, luego de que vi el final del evento, vi a Dudamel cerrar el concierto, lloré escuchando el Alma Llanera... Quedó magnífico. Todo. Yo me quito el sombrero con los que organizaron esa vaina. Porque los trajes históricos, las carrozas, los trajes militares que usaron... todo fue una belleza. Así, con ese esplendor y más, es que hay que celebrar a un país.
Yo, por mi parte, me saqué la espinita y me acosté feliz.
Esa felicidad me duró como hasta las 8 am del día siguiente.
Y todo fue culpa de la oposición. Fíjense, cuando me metí en Twitter y vi lo que estaban diciendo de Dudamel (y otros), denigrándolo por haber participado en el evento "chavista", por poco me vuelvo Hulk. Cuando se me pasó la arrechera, me puse triste.
Yo creo que todos estamos de acuerdo en que Gustavo Dudamel es la figura musical venezolana más reconocida actualmente en el mundo. Él y Simón Díaz, pero él es el nuevo concepto, el éxito del talento dedicado a generar talento nacional. ¿Quién tiene más merecido que él el honor de representar a su país en un acto DE ESE TAMAÑO? ¿Quién mejor que él, para transmitir con su música eso que sí nos une a todos los venezolanos, para enviar calladito ese mensaje final y dejarnos a TODOS con una sonrisa?
Me parece terrible y asqueroso que lo insultaran. La oposición se jacta de "ser abierta", e igualmente excluye. La gente está obsesionada y envenenada de un lado y del otro. La gente no quiere ver que Chávez no es ni la solución, ni el verdadero problema. Todos están felices con tener un blanco a quien apuntar el dedo para achacarle sus rollos o mostrarle los estómagos vacíos para que se los llenen gratis.
Los medios dicen lo que les da la gana. Unos, siempre amarillos y los otros, siempre rojos.
Si de verdad la gente está pensando contentarse con un mal menor, a costa de salirnos del "socialismo del s.XXI", entonces aquí sólo cambiarán las cosas por encima.
Si la gente sigue envenenando a los demás como lo han hecho hasta ahora, esta causa-país se va a volver poco a poco menos defendible. Y, en el punto en que estamos, eso ya es bastante decir.
Quiero irme.
No quiero irme.
Quiero irme.
No sé...
Aquí, o podemos vivir todos, vencemos un poco nuestro egoísmo y echamos pa' lante como es, o nos tatuamos las 3 estrellitas del 3er mundo en la frente y nos sentamos a esperar las otras.
Hoy por hoy, quiero irme.
7 de julio de 2011
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Isa, te entiendo completamente. Yo también me histerizo cuando escucho a la oposición criticar a Dudamel, tildándolo de chavista. ¿Y qué si él fuese chavista? Nadie en todo el país tiene más derecho de ser Chavista que Dudamel, una persona completamente inmersa y dedicada al Sistema de Orquestas Sinfónicas, que por cierto, financia en su gran medida el Estado Venezolano. Si él es Chavista, tiene todo el derecho de serlo, porque desde dónde él está, todo lo que él hace en Venezuela lo ha podido hacer gracias, indirectamente, al gobierno. Pero la oposición no se toma dos minutos para reflexionar antes de despotricar contra las pocas cosas buenas que nos quedan.
ResponderEliminarAhora que lo dices, es cierto, yo no sé si siendo Dudamenl sería socialista, pero definitivamente le habría dicho "gracias" con gusto al estado y al presidente, que es su figura.
ResponderEliminarY sí, definitivamente, aquí nadie se está tomando el tiempo de pensar. Well said!