17 de junio de 2011

Lección #1 de tantos días


Hay quien no lo sabe, este secreto a voces que tantos gritan: los amigos valen oro, y son pocos.
¡Cuánto hacemos mal al olvidarlos! 

No sé cómo nace una amistad. ¿Alguno de ustedes tiene esa respuesta?
No sé si fue ese momento "íntimo" en que compartimos algún secreto o ideas muy profundas, si fue un rato super divertido, gustos similares o demasiada costumbre (o algo más), lo que me llevó a ser amiga de fulano o fulana. Pero les tengo a todos un afecto enorme, un cariño de esos enormes que uno aprende a percibir cuando se es niño y algo en alguien te maravilla.

He fallado y fallo mil veces en no decirlo, en no demostrarlo, en no estar pendiente.
Cuando tienes la suerte de cruzarte algo que consideras maravilloso, es mejor no dejarlo ir. Yo, yo tardé días en entender por qué El Principito abandonó a su zorro. 

Este post lo hago pensando en esos muchos (que son pocos) que quiero, en llamarlos y echarles vaina, y echar cuentos y reír. Pero lo escribo pensando en una persona por encima de todas.

¡Cómo te extraño, Caro!


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