Los zapatos rojos

Quizá tenga nostalgia de la ilusión que va de la mano de los niños.
Quizá son mis ganas de ver una película vieeeja, vieja, pero linda.
Capaz es por los colores. Las películas así, coloridas, son literalmente eye-candy para mí.
Puede que sea que últimamente me gusta mucho el rojo escarlata. No me malentiendan.
Es posible que todo esto tenga que ver con un sueño bastante extraño que tuve que involucraba números 3 por todos lados.
Quizá de verdad siento ganas de irme a un sitio bien lejano, desconocido y bonito que me aleje de una situación que no me gusta y no quiero enfrentar - pero que me enseñe a enfrentarla de una manera más adecuada.
Quizá quiero evitar que se declare guerra en mi casa con solo golpear mis zapatillas 3 veces. La voluntad la tengo.
O puede ser que mi niña interna se esté rebelando, porque últimamente no me he dejado desear nada.

Lo cierto es que hoy pensé todo el día en éstos:

Y vi un par de tacones rojos HERMOSOS. Espectaculares. De los zapatos que te dicen: "sabes que nos quieres, lo sabes maldita ven y cómpranos"(tengo 3 años que no compro tacones, lo confieso con la mayor pena del mundo). No los compré. El compañero Bolívar y la falta de hogar complicaban la situación. Y llevo medio día tratando de olvidarlos, porque es que yo, con esos zapatos, sería la Dorothy en mi camino amarillo. Y ahorita justo antes de escribir el post, estaba escuchando música y cayó una canción de una tal Eva García, ¿cómo se llama? Le magicien d'Oz.

¿Estoy loca, o los zapatos me llaman?
Yo los llamo a ellos, porque creo que voy a necesitar juntarlos 3 veces mañana. Y pensar que deseo, deseo, deseo una solución fácil.