Hay ocasiones en que Dalí paraciera haberle robado las manecillas al tiempo, para jugar. Las horas cortas se vuelven un factor a evitar porque normalmente se disfrutan demasiado. Pero las horas largas... ¡ah! las horas largas sí que se nos repiten.
Horas largas son las que pasan cuando:
... te da hambre a las 11am.
... estás en cola en alguna autopista caraqueña en días de semana
... sabes que ese día te entregan unos resultados inciertos
... llamas a Movistar y te ponen a esperar con sus canciones desesperantes
... tus alumnos adolescentes están todos en otro planeta
... vas en un avión y algún niño o bebé llora
... tienes demasiadas ganas de estar así:
O cuando:
... se tardan en traer la comida que ordenaste, y tenías hambre desde que entraste al restaurant... tienes insomnio y nada que hacer
... estás haciendo cola obligado(a)
... estás en cuarentena
... tu vecino en el autobús es muy parlanchín- pero muy aburrido
... tu vecino en el autobús te quiere caer
... ponen un cd de salsa-sexxxual en el autobús (a.k.a salsa de tukis excesivamente porno)
... estás en una reunión que te habría gustado perderte.
... pierdes a alguien y tienes que acostumbrarte :(
... te vas a una discoteca con alguien que está cero animado
... te quedas sin agua en tu casa y necesitas bañarte
... estás esperando a una persona que adoras y que viene de viaje
... estás claro en que no te sabes nada de lo que preguntan en el examen
... quieres quitarte de encima un sentimiento.
Las horas largas son muchas, frecuentes, comunes. Son como quisiéramos que fueran algunas horas cortas. Son también lo que las horas cortas -gracias a dios- no son. Son la mitad de los cuentos que vale la pena contar. Y eso es lo que me gusta: ya que no podemos escaparnos de ellas, hagamos historias.
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