"Caracas es un círculo vicioso."
"La gente está toda reunida y todos están sumidos en cada soledad inmensa. Aquí todo el mundo vive solo."
Una conversación con un pana la semana antepasada trajo a mi mente esas dos frases que había escuchado hace tiempo de la boca de mi novio. Esta nueva conversación trataba de lo difícil que es a veces conseguir a alguien que valga la pena como pareja, alguien que tenga vivencias y sea un mundo que quieras conocer, o simplemente no te fastidie ver luego del 3er mes o la 5ta hora diaria juntos.
Este pana me cuenta que ha salido con varias carajas: unas bien -para él- y otras ni tanto, pero que no lo llenan, niñas que a veces hasta lo cansan y con quienes no comparte mucho que digamos. Ante eso último le pregunto si de verdad se tomó el momento de conocerlas más a fondo (porque hasta las "chicas ¡pof!" tienen cosas que no comparten con cualquier conocido), y él me responde algo del tipo "es que bueno, yo también soy muy cerrado".
- Disco rayándose. Me pregunto a mí misma: - ¿Cuántas veces he escuchado eso? ¿Cuántas? ¡Por dios! Hasta viniendo de mí.
No sé qué piensan ustedes, pero a mí me ha estado preocupando eso.
¿Qué nos pasa?
Yo conozco mucha gente adulta, de generaciones bien por encima de la mía, que sí, se guarda sus vainas en privado y tiene sus detalles que muy pocos conocen; pero son gente que habla, que comparte su modo de pensar, que no anda decidiendo a quién le puede decir de qué ciudad proviene y a quién no le va a decir su color favorito.
Aquí escribiéndoles, reconozco que sólo he vivido dos décadas, y no puedo pretender saber cómo funciona una generación respecto a la otra, pero creo que puedo decir (y alguno de ustedes estará de acuerdo conmigo, presumo) que los chamos de 20 y tantos (o menos) estamos demasiado cerrados ahorita.
Me pregunto: ¿serán así los que nos sigan?
Yo soy bastante cerrada, me cuesta decir lo que siento y compartir detalles de mis vida que a veces ni íntimos son. Hay otros que ni dicen lo que piensan, y otros más que hasta evitan interactuar con cualquiera que pudiese hacerles preguntas.
Repito: ¿qué nos pasa?
Creo que todos en algún momento hemos tenido un rollo con un amigo/pana y hemos pensado "eso me pasa por andar de pendejo." Y por pendejo queremos decir confianzudo. Hemos decidido no serlo tanto, guardarnos más esas cosas que tantas veces nos hace falta liberar, ser más selectivos en cuanto a la gente y lo peor de todo: muchas veces hemos decidido "dejar que vengan si quieren", en vez de atraer la gente hacia nosotros.
Y terminamos más solos. Y nos volvemos más hostiles.
Empiezan las defensivas y llegan esas horas de un día en que sentándonos a pensar, nos damos cuenta de que lastimosamente no tenemos casi a nadie (o a nadie) que de veras nos conozca. Muchos se dan cuenta de que no saben lo que es un mejor amigo, de esos que salen en las películas. ¿Y qué hacen? ¿Qué han hecho? Se levantan, se sienten melancólicos un rato y luego dicen "Bueno, pa' lante."
Conocemos CIENTOS de personas. En la universidad, el trabajo, en la urbanización donde vivimos hay miles de personas, hay gente que nos llama la atención, hay gente que tratamos, gente con quien rumbeamos o vamos al cine, o que vemos para almorzar. Gente que dejaremos de tratar en un tiempo, si la vida no conspira para que, por mil casualidades, continuemos teniendo "cerca".
Ampliamos nuestras soledades en 50, 300 ó 7000 cercanías reunidas (o no) alrededor de nuestra pared externa. Siempre alrededor de una pared que quizá no más de 3 personas hayan atravesado hacia nosotros.
Mientras más grande es la ciudad, parece ser peor. La gente de las capitales siempre es más hostil: váyanse a París, Bruselas, Berlín o Praga y van a encontrar ese detalle. Caracas no rompe la regla.
No importa cuánto Facebook, cuánto Twitter se maneje por día, cuánto restaurant esté lleno hasta las 10.30 pm en semana, cuánta discoteca y gaitas intercolegiales hayan, aquí la mayoría de la gente está terriblemente sola y aparentando ser alguien más que encaje en la mayoría (o en cada uno) de los grupos a los que pertenece.
Dejo tranquila a Caracas. Esto es mundial, se nos está olvidando lo que es tener un amigo que nos aprecie. A NOSOTROS, no a ése que mostramos.
Doy gracias por los amigos que, a pesar de todo, tengo. Porque son de esos tipo película adolescente gringa. Después de irme de Maracaibo he intentado ganar más gente así (porque hace falta físicamente también) pero no he podido, no a ese punto. Soy cerrada, ellos también.
So it is.
¿Qué piensan ustedes?
¿Qué nos pasa, gente? ¿Quién nos enseñó que el mundo nos quiere joder?
¿Cuándo pasamos de estar atentos a la "gente mala" (antisociales) y pasamos a catalogar las amistades como peligrosas?
Este pana me cuenta que ha salido con varias carajas: unas bien -para él- y otras ni tanto, pero que no lo llenan, niñas que a veces hasta lo cansan y con quienes no comparte mucho que digamos. Ante eso último le pregunto si de verdad se tomó el momento de conocerlas más a fondo (porque hasta las "chicas ¡pof!" tienen cosas que no comparten con cualquier conocido), y él me responde algo del tipo "es que bueno, yo también soy muy cerrado".
- Disco rayándose. Me pregunto a mí misma: - ¿Cuántas veces he escuchado eso? ¿Cuántas? ¡Por dios! Hasta viniendo de mí.
No sé qué piensan ustedes, pero a mí me ha estado preocupando eso.
¿Qué nos pasa?
Yo conozco mucha gente adulta, de generaciones bien por encima de la mía, que sí, se guarda sus vainas en privado y tiene sus detalles que muy pocos conocen; pero son gente que habla, que comparte su modo de pensar, que no anda decidiendo a quién le puede decir de qué ciudad proviene y a quién no le va a decir su color favorito.
Aquí escribiéndoles, reconozco que sólo he vivido dos décadas, y no puedo pretender saber cómo funciona una generación respecto a la otra, pero creo que puedo decir (y alguno de ustedes estará de acuerdo conmigo, presumo) que los chamos de 20 y tantos (o menos) estamos demasiado cerrados ahorita.
Me pregunto: ¿serán así los que nos sigan?
Yo soy bastante cerrada, me cuesta decir lo que siento y compartir detalles de mis vida que a veces ni íntimos son. Hay otros que ni dicen lo que piensan, y otros más que hasta evitan interactuar con cualquiera que pudiese hacerles preguntas.
Repito: ¿qué nos pasa?
Creo que todos en algún momento hemos tenido un rollo con un amigo/pana y hemos pensado "eso me pasa por andar de pendejo." Y por pendejo queremos decir confianzudo. Hemos decidido no serlo tanto, guardarnos más esas cosas que tantas veces nos hace falta liberar, ser más selectivos en cuanto a la gente y lo peor de todo: muchas veces hemos decidido "dejar que vengan si quieren", en vez de atraer la gente hacia nosotros.
Y terminamos más solos. Y nos volvemos más hostiles.
Empiezan las defensivas y llegan esas horas de un día en que sentándonos a pensar, nos damos cuenta de que lastimosamente no tenemos casi a nadie (o a nadie) que de veras nos conozca. Muchos se dan cuenta de que no saben lo que es un mejor amigo, de esos que salen en las películas. ¿Y qué hacen? ¿Qué han hecho? Se levantan, se sienten melancólicos un rato y luego dicen "Bueno, pa' lante."
Conocemos CIENTOS de personas. En la universidad, el trabajo, en la urbanización donde vivimos hay miles de personas, hay gente que nos llama la atención, hay gente que tratamos, gente con quien rumbeamos o vamos al cine, o que vemos para almorzar. Gente que dejaremos de tratar en un tiempo, si la vida no conspira para que, por mil casualidades, continuemos teniendo "cerca".
Ampliamos nuestras soledades en 50, 300 ó 7000 cercanías reunidas (o no) alrededor de nuestra pared externa. Siempre alrededor de una pared que quizá no más de 3 personas hayan atravesado hacia nosotros.
Mientras más grande es la ciudad, parece ser peor. La gente de las capitales siempre es más hostil: váyanse a París, Bruselas, Berlín o Praga y van a encontrar ese detalle. Caracas no rompe la regla.
No importa cuánto Facebook, cuánto Twitter se maneje por día, cuánto restaurant esté lleno hasta las 10.30 pm en semana, cuánta discoteca y gaitas intercolegiales hayan, aquí la mayoría de la gente está terriblemente sola y aparentando ser alguien más que encaje en la mayoría (o en cada uno) de los grupos a los que pertenece.
Dejo tranquila a Caracas. Esto es mundial, se nos está olvidando lo que es tener un amigo que nos aprecie. A NOSOTROS, no a ése que mostramos.
Doy gracias por los amigos que, a pesar de todo, tengo. Porque son de esos tipo película adolescente gringa. Después de irme de Maracaibo he intentado ganar más gente así (porque hace falta físicamente también) pero no he podido, no a ese punto. Soy cerrada, ellos también.
So it is.
¿Qué piensan ustedes?
¿Qué nos pasa, gente? ¿Quién nos enseñó que el mundo nos quiere joder?
¿Cuándo pasamos de estar atentos a la "gente mala" (antisociales) y pasamos a catalogar las amistades como peligrosas?
Por dónde empezar mi estimada.
ResponderEliminarYo particularmente, y como demuestran mis escritos, soy altamente asocial. Lo admito y lo confieso. No sé si sea algo de lo que me debo enorgullecer o no, supongo que la razón psicológica seria capas de defensa (a lo shrek, como una cebolla pues) y de hecho siempre he considerado eso un talento: el que nadie realmente me conozca.
Suelo imaginarme a algún grupo de gente que me "conoce" el día de mi funeral intercambiando información (acerca de mi, supongo o espero) y dándose cuenta que X no sabía algo que Y si and so on.
Creo que eso sería el pináculo, que el grupo de "conocidos / amigos" se diesen realmente cuenta que nunca me conocieron en un 100%, que me "cuide" lo suficiente de no revelar nunca de mas. De que nunca me coloque en una posición realmente vulnerable ante nadie.
Y eso también sería triste. Pero sería cierto, porque realmente así soy. Ironía quizás.
Ahora, si hay gente que conoce BASTANTE de mi, y que también quisiera que conocieran MAS de mi, o al menos, de lo que les permito que conozcan. Vamos, que no es que sea algo muy interesante o importante pero a veces es bueno ventilar.
Y supongo que en eso estoy, en darme a conocer pero a un, nuevamente, selected few.
Realmente en los últimos seis meses he reducido mis "amistades" tanto virtuales como reales porque en el assessment que hice el resultado invariable que arrojo fue que o no aportaban nada o simplemente eran rémoras.
Así que, también, estoy en un periodo de renovación de amistades.
Siento si secuestre un poco tu post con este comentario tan largo, creo que el leer a Rafael Osio Cabrices en la mañana tiene ese efecto. Su último artículo y tu escrito se complementan perfectamente.
Saludos Isa.
Cada quien es como es...pero ciertamente el individualismo protector de lo "privado" conduce a la soledad irremediable de este planeta siniestro...
ResponderEliminarMario: me encantaría leer el texto de Osio C. que mencionas. Lo que escribiste en tu comentario está totalmente en el rango de actitudes que del que escribí. Creo que a mayor o menor grado, muchos, muchísimos, estamos en ese mismo barco. (Pasé días sin saber qué contestarte jaja. Espero estés bien)
ResponderEliminarDinobat: yo no veo cómo este planeta puede ser siniestro, pero te digo que me agradó mucho ese privado entre comillas.
Saludos ;)
Jum... algo tarde me encuentro con este post, debo decir que llegué a creer que era la única en pensar así? :blush: Como me dirían por ahí, vivimos seudo liberados, siendo y no siendo a la vez... Una de las cosas que más me impresiona de Ccs es lo aislado que queremos estar, has intentado mirar a los ojos a las personas que tropiezas por la calle, al menos en una cuadra? O.O Ya nadie sostiene la mirada, somos como hormigas sin tomarnos el tiempo de detenernos y mirarnos, mirarnos en serio! Contrariamos los sentidos con más ruido, será por miedo a escuchar lo que el otro tiene que decir, preferimos parecer sordos e indiferentes por no tener a mano las palabras correctas? Perturbación del estado natural del sistema por temor a la respuesta...
ResponderEliminarP.S.: también en Mcbo dejé pedacitos de mí u.u Y pues no es lo mismo, simplemente no es lo mismo... Y eso que aprendí a no ser tan selectiva, pero come on!
Uff.. parece un dejavu esto, ya lo he vivido y estoy saliendo de ello, tengo una frase que me recuerda todos los dias: para que trabajar más, dormir menos y no vivir en lo absoluto? Vivamos un poquito cada día, conoscamos alguien nuevo, sonriamos sin sentido y hasta cuando nuestro sentido nos diga lo contrario.
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