15 de febrero de 2011
Para otros lectura-junkies como yo
¿Leer nos hace mejores? « Prodavinci: "“No necesariamente”, contestó el filósofo francés. “No hay ninguna garantía de eso, por desgracia. El siglo XX nos ha enseñado que hay gente muy cultivada capaz de comportarse de manera detestable”. Es una respuesta sensata; pero la pregunta persiste, aunque ahora parezca otra: ¿para qué sirven entonces los libros, para qué sirven las películas? A esta pregunta se le pueden dar muchas respuestas; la que más me gusta dice que los libros y las películas no siempre nos hacen mejores, ni más felices, pero siempre ensanchan nuestra vida, la vuelven más rica y más compleja, y por lo tanto más digna de ser vivida."
7 de febrero de 2011
Creciendo en Ccs
He roto 2 promesas en mi vida de adolescente-adulta. Ayer me di cuenta de que ya es demasiado tarde para reparar una de ellas. Las palabras con que las hice aparecen de vez en cuando como una sensación de llenura en ese espacio del cuerpo que las culpas escogieron como albergue.
Hoy - casi 6 años después- hablé al respecto. Poco a poco, una palabra tras otra, mis ojos mirando alternativamente a la ventana, a mis manos y a mi confesor, salió todo. Al aire encerrado en medio del jardín.
Se reirían si supieran de qué se trata, pero es importante para mí. No sé ni qué habrá sido de mis promesas. ¿Serán recordadas aún? ¿Lo fueron por un tiempo? ¿Qué ha pasado con ellas a quienes prometí? No sé. Las promesas son algo muy serio para mí, no tanto para otros.
¿Por qué les fallé? Para ambos casos, el mismo motivo: miedo. Caí en el enorme mar de personas que dejan a otra guindando de un contrato roto, por miedo. Justo lo que no me gusta que otros me hagan.
Y, ¿saben qué? No sé si lo he superado, pero sé que no quiero ser más cobarde.
Y, por eso, tengo un agradecimiento muy especial que hacer hoy:
Gracias a Caracas, a esta ciudad con la que tanto peleo y que tanto rebusco debajo de la infinidad de carros y gente. Gracias porque me albergó cuando pensé que era mi huida, porque calmó ese miedo que tuve en un principio, porque me mostró con qué olvidar un lugar que tanto amo y que nunca quise dejar.
Me tomó mucho valor aprender a montarme en este caballo intranquilo, que cuando quiere se deja poner silla, y cuando no, no, pero igual hay que montarlo. Y, recíprocamente, me ha dado valor para enfrentarme a esas cobardías que no admitía, incluyendo ésta.
Caracas da miedo, pero te vuelve los nervios de acero.
Caracas te cansa y te hace sentir mínimo, pero te enseña a echar pierna.
Caracas te disgusta, pero te atrae.
Caracas es así, un amor de esos impulsivos.
Y como todo amor, da ánimos.
(Hasta pa' que esta maracucha vaya a remendar promesas.)
Hoy - casi 6 años después- hablé al respecto. Poco a poco, una palabra tras otra, mis ojos mirando alternativamente a la ventana, a mis manos y a mi confesor, salió todo. Al aire encerrado en medio del jardín.
Se reirían si supieran de qué se trata, pero es importante para mí. No sé ni qué habrá sido de mis promesas. ¿Serán recordadas aún? ¿Lo fueron por un tiempo? ¿Qué ha pasado con ellas a quienes prometí? No sé. Las promesas son algo muy serio para mí, no tanto para otros.
¿Por qué les fallé? Para ambos casos, el mismo motivo: miedo. Caí en el enorme mar de personas que dejan a otra guindando de un contrato roto, por miedo. Justo lo que no me gusta que otros me hagan.
Y, ¿saben qué? No sé si lo he superado, pero sé que no quiero ser más cobarde.
Y, por eso, tengo un agradecimiento muy especial que hacer hoy:
Gracias a Caracas, a esta ciudad con la que tanto peleo y que tanto rebusco debajo de la infinidad de carros y gente. Gracias porque me albergó cuando pensé que era mi huida, porque calmó ese miedo que tuve en un principio, porque me mostró con qué olvidar un lugar que tanto amo y que nunca quise dejar.
Me tomó mucho valor aprender a montarme en este caballo intranquilo, que cuando quiere se deja poner silla, y cuando no, no, pero igual hay que montarlo. Y, recíprocamente, me ha dado valor para enfrentarme a esas cobardías que no admitía, incluyendo ésta.
Caracas da miedo, pero te vuelve los nervios de acero.
Caracas te cansa y te hace sentir mínimo, pero te enseña a echar pierna.
Caracas te disgusta, pero te atrae.
Caracas es así, un amor de esos impulsivos.
Y como todo amor, da ánimos.
(Hasta pa' que esta maracucha vaya a remendar promesas.)
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memoirs of a maracucha
6 de febrero de 2011
Al Sr. Díaz y al Sr. Parker
Noticia:
Britt Reid tuvo razón al decir los superhéroes tienen un estúpido detalle que - contra toda lógica- es defectuoso. Yo les digo acá otro: juegan limpio, siempre.De no ser así, no serían superhéroes.
Y yo creo que, a veces, no debería ser malo jugar sucio.
El rollo es que yo también crecí aprendiendo de los superhéroes y viendo mal a los villanos inmorales. So...shame on me.
Nah, en realidad estoy calmada :p
Bruno, Peter: porfa, ¿me dejan jugar sucio... una vez?
Britt Reid tuvo razón al decir los superhéroes tienen un estúpido detalle que - contra toda lógica- es defectuoso. Yo les digo acá otro: juegan limpio, siempre.De no ser así, no serían superhéroes.
Y yo creo que, a veces, no debería ser malo jugar sucio.
El rollo es que yo también crecí aprendiendo de los superhéroes y viendo mal a los villanos inmorales. So...shame on me.
Nah, en realidad estoy calmada :p
Bruno, Peter: porfa, ¿me dejan jugar sucio... una vez?
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