"(...) ¿No ha escrito usted nunca una carta sin la intención de mandarla, y la ha puesto en un sobre sin la intención de mandarla, y ha salido con ella... todavía sin el propósito de enviarla; y entonces ha oído cómo caía en el buzón?"
Fragmento de "Esta mañana", de Mario Benedetti
Esto les pasa a algunos. O a todos, alguna vez. Un día te despiertas y te das cuenta de que no todo el aire que está dentro de tí es tuyo. Que has estado guardando parte de la esencia de ese ser al lado de quien te permitiste cada vez más acostarte a mirar el exterior. Ese día piensas que has llegado a hacer unas cuantas cosas sin pensar, unas cuantas cosas distintas a las que solías hacer en algún momento olvidado... miras hacia atrás y las ves, -por vez primera- esas tantas desandanzas sobre las líneas de tus íntimas costumbres.
Yo desde hace rato me quedo oliendo un poco más las flores, y el viento. Y, cuando se me cae una pestaña, siempre la miro antes de botarla. Y le digo "¡hola!" a la almohada cuando me despierto en las mañanas. También pienso en cómo preparar un café perfecto (¡yo que aborrezco el café!), estoy feliz cuando estoy más triste, y -por si fuera poco- uso cobija todas las noches, a pesar de que al principio no puedo dormir por el extra de calor.
Y detrás de este montón de tonterías y mínimos absurdos, está ese aire que se me ha coleado- de tí. Ese aire/persona del yo+tú. Ese ente raro que se formó tan sin querer como la carta cayó en el buzón de Esta mañana. (Como cayó en mi mente desvelada esta certeza de que sos, tan inconscientemente como yo, el motor de estos discretos disparates)
PD: You're all that i can't leave behind, Frank.