22 de marzo de 2008

Señales

Fíjense lo extrañas que son las cosas en este mundo, que a todos nos toca a veces sentarnos a pensar por qué funcionamos de cierta manera, y qué tan verdaderamente extraños somos con respecto al resto. Una vez sentada con una amiga y la inspiración de Las Ramblas -y unos 3 litros de sangría cada una- salió una discusión sobre este tema de “everyone’s a freak on his own” y llegamos a concluir que de una enorme lista de gente conocida – y extraña, por cierto, bastante frita o simplemente en el borde de lo “diferente/incomprensible” – la persona más “freak” y anormal era esa a quien le notamos menos características raras, osea la que más se ajustaba a esas reglas predefinidas de normalidad que nos taladran a todos. (Cheers to Yuki! Adonde sea que esté)

Sin embargo no puedo dejar de creer a veces que algunos estamos más tocaditos en la cabeza que otros. No sé, ¿será porque tanta gente me lo repite?

Varias cosas fuera de lo común me han pasado últimamente. No me quejo, me gané un viaje a margarita! Pero hay otras que ya tenía tiempo sin… “experimentar”. Por ejemplo esto de ir percibiendo señales en ciertas personas o situaciones, o cosas. Como hoy, que me di cuenta de tremenda metida de pata académica que hice y simplemente sentí que tenía que ser de esa forma porque sólo así puedo hacer lo que quiero. Eso, por cierto, aún no sé qué será, quizá empiece con el congreso de junio. Sin embargo este detalle académico no es a lo que me refiero realmente cuando digo que me está dando curiosidad todo el asunto intuitivo.


Es todo lo que rodea esta casa. Siempre ha sido un lugar en el que cambio de ánimo, no sé si sea el aire más fresco o la cantidad de buenos recuerdos que hay aquí o simplemente la energía que tiene la casa, es asombrosa. El hecho es que aquí toda emoción es más pura, y quizá por eso aquí parezco otra, quizá piensa una mejor yo. Y a esta otra le pasan cosas que a mí no me ocurren fuera de este pueblo. Como que siempre que me ocurra algo extraño en la calle sea en el mismo punto en la bajada de la urbanización. Entre muchas otras cosas –porque ya llevo años viniendo acá-, está este perro callejero que me encontré hace dos días y decidió porque le sonreí que soy su dueña. No sé si se dio cuenta de que cuando le vi la carita me salió el instinto de querer cuidarlo o si tengo el mismo perfume de alguien que lo cuidó una vez, el chiste es que Sucio me paga lo que le consigo de comida con más lealtad que cualquiera de los 6 perros que he criado, y verlo como es me da la sensación de que un día me va a dejar de servir de guardaespaldas y me va a llevar a algún lado adonde se supone que llegue. Es ridículo, es como (para quien crea en esto) poner mi destino en manos de un cacri, pero yo que creo que hasta de los árboles se aprende algo, no me puedo sacar de la cabeza que este chico sabe algo que yo quiero saber. ¿Será posible que vaya a ser perro un alma vieja?

Hoy cuando me estaba acompañando al boulevard se paró un momento en el lugar exacto donde lo encontré ayer. Como ya me acostumbré a esperarlo si se para, para que no llore, me detuve igual y entonces se me vino a la mente algo que vi allí también hace año y medio: el conejo muerto y la luna del amanecer un día. No sé explicar, en su momento, cuánto me impactó lo del conejo, porque la visión completa de ese instante me dijo que el camino por donde iba a seguir no tenía el final feliz que yo venía cantando a esa hora. Y bueno el pobre conejito no podía tener más razón, ya no tengo ni que hablar de los 7 ½ meses d autodestrucción que me puse encima por terca… y recordarlo hoy fue un respiro de esos que despiertan, porque en esa parada supe que ya no me voy a encontrar más bolitas de algodón sin vida, por lo menos no por este camino. Eso me alegra, me alegra tanto!

…vuelvo a mi punto inicial. ¡Qué cosas extrañas pasan! Y qué cosas extrañas tengo, jajaja si petit lee esto, no sabe que es el sobrenombre más “yo” que me han puesto. Aunque todos lo seamos, anormales, raros, locos, desajustados, como se quiera, cada cabeza es un mundo y cada mundo es 70% egoísta en el mejor de los casos, así que no puedo quedarme por siempre con esta duda en la cabeza de qué tan coherente o por lo menos práctica me resultan estos ataques de echármelas de Dalí y ver toda una realidad en sueños “absurdos”.

Por ahora, me voy a quedar tramando el posible secuestro de un cacri…

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