5 de enero de 2010

Vernos



De vez en cuando hay que hacer
una pausa

contemplarse a sí mismo
sin la fruición
cotidiana

examinar el pasado
rubro por rubro,
etapa por etapa,
baldosa por baldosa

y no
llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.


Pausa -
M. Benedetti



Necesitamos mirarnos en un espejo. Pero, ¿qué espejo nos reflejará con justicia? O mejor, ¿en qué espejo hallaremos franqueza? ¿Cuál nos hablará en nuestro idioma?

No sé eso, ni cuántos hagan falta para hacernos comprender el por qué o cómo -o simplemente el qué- de una parte de nosotros.
No sé qué ojos decidamos que nos muestren nuestro yo. Ni por qué esos ojos particularmente.

Sé, eso sí, que en algún punto cada uno de nosotros necesitamos desesperadamente un espejo. Puede que los busquemos, puede que no entendamos dónde nos podemos ver, puede que tengamos miedo de que otros también vean lo que somos, quién somos, qué tenemos. Qué NO somos.

Lo que no somos - he llegado a pensar- es lo que más nos aterra que vean aquellos a quienes le permitimos observarnos, y es porque la mayoría de nosotros vivimos temiendo que eso que no somos sea de hecho lo que no lograremos ser.
No queremos que nadie vea nuestros deseos frustrados, no queremos que nadie vea nuestros objetivos imposibles, y mientras nos empeñamos en ocultar eso, cerramos nuestros propios ojos para no verlo tampoco, para hacer más real el conjunto matemático de aquéllo que sí podemos/vamos a tener, y que nos vean felices con eso.

Y una vez que somos vistos así felices, comenzamos de nuevo a buscar el bendito espejo que nos recuerde lo que no se ve.

Claro, como dije antes, todo esto es algo que pasa en algún(os) punto(s); hay que confesar que por lo general ni tú ni yo estamos en una busqueda espiritual perenne del Yo. Pero es necesario hacerlo, buscar dónde mirarnos bien de vez en cuando, como dijo Benedetti.

Por amor propio o instinto somos incapaces de borrar conscientemente y por completo eso que dice quiénes somos. Nuestras verdades siempre están ahí esperando a ser cantadas.
Así que, digo yo: mantengámoslas frente a nosotros.

Siempre vamos a estar borrando cosas de nosotros, siempre vamos a evitar algún pequeño "defecto" que nuestro último Ensayo y error del Yo no haya logrado arreglar. Siempre. Entonces sería tanto más fácil entender a nuestros espejos si dejáramos grabado qué parte de quien somos hoy nos gusta, si dijéramos sin pena que no seremos felices hasta no pisar el Kilimanjaro acompañados por una tortuga y un libro de historias... sería tanto más fácil reconstruirnos satisfechos de nuestro recorrido si siempre recordamos (al menos) dónde comenzó que, insisto:
¿por qué no llevarse a sí mismo de bandera?
Entonces haríamos nuestras pausas, buscaríamos nuestros espejos y ellos nos mostrarían en nuestro idioma y a nuestro estilo qué fue lo que ya hicimos, qué deseos no olvidamos y qué baldosas no pensamos mover.
Y puede -puede- que entonces veamos nuestro reflejo apuntar con confianza su índice hacia el próximo paso. Hacia la mejor decisión.
No conozco a nadie que no se guarde en secreto un sueño que cree que es utópico.
PD: la imagen es un autorretrato de Judy Dater, titulado Self-Portrait in Necklace. Es parte de su estudio del cómo se perciben las personas a sí mismas al desnudo. Me pareció perfecto para el post.

5 comentarios:

  1. Esto parece ser la extension perfecta, el colofon que le faltaba a algo que escribi hace tiempo.

    ¿Que somos exactamente? Personas.

    La palabra (como quizas sepas) viene del latin "mascara" asi que en el fondo...somos basicamente eso, una mascara, un charade!

    No es la palabra en si, el simbolismo que encierra, interesante?

    Si quieres leer las pocas lineas que le dedique coloca en el buscador del blog "mask"

    Cheers Isa!

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  2. Que hermosa esta reflexión, Isa, me agradó mucho. Y sí, tienes razón, ojalá pudiésemos grabar en el espejo las cosas que nos gustan de nosotros, cada día, cada año, y que éstas se acumulen para alentarnos y no hacernos sentir como extraños, lo que muchas veces me pasa...

    Saludos, Isa! Que estés muy bien :)

    Ani

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  3. Por eso, desde que tengo mi blog me siento más aliviada, escribo lo bueno , lo malo, lo que me preocupa, lo que me conmueve, etc.
    (las lineas anteriores sonaron a comercial de Medicina Sistémica, lo siento) .
    Los espejos también reflejan las carencias, las preocupaciones, los fracasos... es por eso que muchas veces nos desagrada la persona que se refleja allí.
    Salu2.

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  4. Más allá del toque literario que tiene lo que dices, creo que hay una búsqueda de indicios sobre la construcción de nuestra identidad. De la identidad "moderna", definir eso que Lévinas llama "otredad"; tratar de definir el en sí y el para sí de nuestro concepto, el ser siendo... la negatividad, finalmente el devenir.

    Nuestro espejo es la intersubjetividad, esto quiere decir que fracasaremos siempre en identificarnos si construimos una ontología moral (incluso una epistemología de la moral) construida en el sujeto y no en la intersubjetividad.

    No lo he pensado tan profundamente, pero creo que la respuesta debe ir por ahí.

    Un abrazo,

    S.

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  5. ISAAAA!
    ESCRIBE MUJER, NOS HACES FALTA

    besos!

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