Mostrando entradas con la etiqueta venezolana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta venezolana. Mostrar todas las entradas
14 de febrero de 2012
La Odisea del imperialista
A ver: necesito la Visa. Se me vencía este año, así que hubo que pedir cita para renovación. Esa cita nos la dieron (a mis papás y a mí) para hoy.
Bueno, no es como que yo tuviera planes para el 14 de febrero este año, pero sí es una semana SUPER ocupada en cuanto a clases y exámenes. Pero dado que necesito la Visa pronto pues, ni modo. Pedirle a los gringos que te hagan un reschedule es despedirte de ese papel por unos meses (comprensible, ésto).
Mis papás llegaron a Maiquetía a las 7 am. Hiper puntuales. Nos reunimos en El Marqués, fuimos a Valle Arriba y desayunamos divino (en Rey David). Contentos y animados nos fuimos a la embajada estadounidense. Y allí empezó la odisea. ¡Madre odisea!
Uno (que es turista, como yo) lo hace porque quiere viajar, comprar cosas buenas a buen precio y coye, darse un gusto. Los que tienen plata van a guardar plata en los bancos y los que no, van a gastarse a diestra y siniestra lo poco que tienen en un sinfín de tiendas allá. Así es uno en Estados Unidos. Gasta parejo.
Pero esto no parece ser de mucha importancia para los encargados de la embajada en Venezuela. Tampoco parece serlo que hay una buena cantidad de gente que viene del interior del país y se tuvo que venir sin celular ni iPod porque no conoce gente de confianza con quien dejar sus cosas. No tienen estacionamiento salvo para ciudadanos "americanos" (FYI, this is South America. Get it?), ni han habilitado espacios cercanos para estacionar sin que un policía amenace con multarte. Paga tu taxi o camina que jode. Tienes que pagar setenta y tantos dólares, más el transporte (avión, autobús, taxi) para llegar a un sitio en que te piden hacer líneas super largas bajo el sol (sólo hay techo para los carros de los gringos) y donde no te ofrecen una silla antes de la etapa final del proceso.
Ojo: en nuestro caso, empezamos la cola de las 12:00 a las 11.30 am y salimos de la embajada a las 2.20pm. Si le tienen miedo a las várices, llévense sus medias. Hay mujeres que salieron de allí en tacones de 10 cm. A ellas quiero decirles algo: las admiro.
Lo bueno es que depués del paso 4 (captarte las huellas digitales) te dejan de mirar como a un delincuente fastidioso. Me dio cosa con el vigilante del paso 3 porque él fue el único no pedante en esos primeros 4 pasos, y cuando le volteé los contenidos de la cartera sobre la mesa me preguntó si estaba molesta. It wasn't his fault, y se lo dije.
En nuestro caso, juraba que en el último paso (la entrevista) me iban a llamar a mí. Por aquéllo de que soy estudiante de último año, soltera, etc. podrían haber pensado que soy el perfil típico de latina busca-maridos inmigrante allá (falso. Aclaro que no quiero vivir en EEUU. Ever. Y mucho menos hacer vida allá). Pero no, hicieron pocas preguntas y nos dieron la Visa. Así que salimos satisfechos, de nuevo contentos hasta que vimos la cola de DHL (que debes hacer obligatoriamente para que te envíen tu visa. No es por cuenta de la embajada). Eso fue otra media hora. Y luego salimos satisfechos porque pronto tendremos en mano nuestro permiso para poner un pie en EEUU. Donde, ¡gracias a dios! la gente sí es amable y considerada con el turista.
Así que ya saben:
$75 + pasar 1h30 de sol + várices + gente pedante (con excepciones ya mencionadas) + aburrimiento total = Visa = venezolano satisfecho (hasta contentos, algunos)
Es como ir a un restaurant caro, comer tierra y sonreír porque te sacaron una foto para Facebook de la que puedes presumir. Esto es lo que nos pasa por -como dice Chávez- imperialistas que somos, nosotros y todos los chavistas bien conectados que van a gastarse nuestros impuestos allá.
Suena fatal, porque uno acá es super abierto con los extranjeros y se ha comido de las películas hollywoodenses que los gringos son la crema de la generosidad y atención. Pero cuando llegué a la Alianza y estaba quejándome de eso (en francés es sabroso quejarse, jaja) con otras 2 profesoras, salió E. (una nueva profe, recién llegada de Francia) a contarnos su historia del SAIME y su cédula. Hay que notar que el SAIME funciona super bien desde hace unos años acá: proceso rápido y pasaporte o cédula salen a tiempo y sin defectos. Aparentemente no es así para los extranjeros. A E. la han tambaleado de una oficina a otra con la excusa de que sólo en el centro se hacen cédulas extranjeras, y luego de que todo se puede hacer en todas partes pero no saben cómo. Luego le dijeron que nunca habían recibido un papel del Consulado Francés, por el cual no había habido problema ninguna de las visitas anteriores. Y la mandaron a volver en 2 meses.
En la inseguridad que hay, hacer que un extranjero ande siempre con su pasaporte en el bolso es realmente una desconsideración, sobre todo si se justifica únicamente con la incompetencia de los funcionarios de atención al público (aparentemente no muy bien informados) de las oficinas periféricas del SAIME. Y no hay nadie que responda por el caso. E. sigue sin cédula y deberá probar suerte de nuevo en 2 meses.
Si la pedancia y superioridad de una parte del personal de la embajada gringa me molestan, no sé si pueda decir que son peores a la apatía y desinformación generalizada del personal de atención de las oficinas públicas venezolanas. Uno, imperialista con su odisea para gastar dólares, y otros, extranjeros con su odisea para hacer cualquier cosa aquí.
Ya no me quejaré. (Pero ojalá me queden 10 años hasta mi próxima visita a esa embajada)
Etiquetado en:
escenitas en letras,
venezolana
12 de febrero de 2012
Ya tenemos candidato. ¿Y ahora?
Cuando el cielo está así de hermoso como el de Sartenejas esta noche, siempre pienso que se vienen cosas buenas. Un cielo despejado, negro como el infinito, en el que se ven bien marcadas las estrellas.
No me atrevo a decir que esto de las primarias, Capriles electo y el número de votantes sean premonitorios de un cambio inminente en el país, como algunos en la televisión ya están diciendo. Pero sí creo que son bases para un ánimo distinto, para atrevernos a pedir un cambio. Y no me refiero a un cambio de gobernante, sino a un cambio en nuestras actitudes porque, como lo dije hace poco, pienso que somos nosotros los que permitimos o impedimos la deconstrucción del país.

La mentalidad de un país que ha vivido bajo un paternalismo excesivo por medio siglo es algo que no se va a cambiar fácilmente. Pero yo quiero a alguien que lo intente. Que se pase todo su periodo de gobierno intentándolo, y no enriqueciéndose a cuesta de esta mediocridad virulenta.
No sé cómo lo van a hacer. Pero eso es lo que yo quiero, y lo que voy a pedir de un candidato y presidente, por encima de todas las cosas. Alcemos nuestras voces. Hay un camino hacia la mejor Venezuela, pero ese camino lo tenemos que indicar nosotros. Desde abajo hacia arriba, y nunca al revés.
Hoy, hace ya casi una hora, empecé a pensar de nuevo en quedarme. Quedarme y construir. Ya veremos. Octubre es el próximo paso.
Etiquetado en:
Hoy empecé a...,
venezolana
2 de febrero de 2012
Cultura: lo que es y lo que los venezolanos entendemos por ella
Comencemos con lo estándar (obtenido de la RAE):
Al hablar de cultura en Venezuela, la mayor parte de la gente toma inmediatamente la segunda acepción del término: si te gusta la cultura, uno entiende que te gustan los museos, que te aprendiste esos "libros ladillas" de Historia Universal en 8vo grado, que te gusta aunque sea un poco la música clásica y te sabes los nombres de uno que otro autor que no figura en las estanterías de Tecniciencia, Nacho o Las Novedades (las únicas tres librerías que conoce el venezolano promedio). La gente puede incluso encasillarte enseguida en la categoría del pretencioso de Midnight in Paris... insoportable y aburrido al cabo de 5 minutos.
Caracas es "LA urbe culta" porque hay un montonero de teatros, cines que de hecho proyectan cine independiente y muchos bares en los que se presentan grupos musicales y comediantes que no van dentro de la línea de Luis Fonsi o Er Conde del Guácharo. Eso se cree acá.
Seguimos
Por supuesto que hay cultura en Caracas, pero hay tanta como en el resto del país (con 10 puntos menos de consideración al otro, en el caso de la clase media-alta y alta), y es necesario entenderlo. Esa cultura que realmente nos importa -tengamos o no teatros, comediantes, conciertos y cines independientes- es la descrita a la izquierda del número 3: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc."
De esa cultura es de la que necesitamos ocuparnos, en particular de aquéllo de modos de vida y costumbres. Esas que le enseñamos a nuestros chamos y que difícilmente adoptarán luego de salir de la casa. Gente: tenemos un hermoso país y gente con excelente carácter, en líneas generales. Y lo hacemos parecer un cataclismo desesperante a ojos de cualquiera -criollo o extranjero- que se espere un buen nivel de civismo.
Cultura es lo que necesitamos mejorar. Ese es, en esencia, el geiser del que emanan todos los males sociales, económicos y políticos que tenemos ahorita. ¿Un ejemplo?: por "cultura" decimos los decentes que no entraremos en política, porque "ese mundo es muy feo, es de corruptos". Y así le dejamos a los corruptos las puertas abiertas y las sillas de la Asamblea desocupadas.
Necesitamos crear una cultura bonita. Tenemos costumbres divinas, alegres, bonitas. Hagamos una cultura que nos haga prósperos. Una cultura que nos haga sentir bonito. Insertémosle valores. Regalémonos una mejor forma de vida. Regalémonos un verdadero orgullo nacional.
¡Vamos, no es tan difícil! Quitémonos ese prejuicio de que somos ricos culturalmente. Eso se quedó en gastronomía y música, falta el ser humano. Faltamos nosotros. Un paso a la vez, una mejor acción por día.
¿Se animan?
Para los twitteros, vayan echándole un vistazo a estos perfiles: @Noteengoriles y @ConValores. Para mantener en mente los ánimos de apostar a ser mejores ciudadanos.
#LamejorVzla es posible. Pero no es realmente Leopoldo ni Capriles quien tiene que comenzar a hacerla.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Al hablar de cultura en Venezuela, la mayor parte de la gente toma inmediatamente la segunda acepción del término: si te gusta la cultura, uno entiende que te gustan los museos, que te aprendiste esos "libros ladillas" de Historia Universal en 8vo grado, que te gusta aunque sea un poco la música clásica y te sabes los nombres de uno que otro autor que no figura en las estanterías de Tecniciencia, Nacho o Las Novedades (las únicas tres librerías que conoce el venezolano promedio). La gente puede incluso encasillarte enseguida en la categoría del pretencioso de Midnight in Paris... insoportable y aburrido al cabo de 5 minutos.
Caracas es "LA urbe culta" porque hay un montonero de teatros, cines que de hecho proyectan cine independiente y muchos bares en los que se presentan grupos musicales y comediantes que no van dentro de la línea de Luis Fonsi o Er Conde del Guácharo. Eso se cree acá.
¡Y estamos TAN equivocados, gente!
Seguimos
- lanzando carros,
- comiéndonos semáforos,
- aceptando la especulación,
- tratando sin cuidado lo que no es nuestro (así sean nuestros edificios),
- coleándonos en cuanto sea posible,
- buscando la maraña que nos favorezca,
- dejando ser a los abusadores,
- cruzando la calle por donde nos provoca y
- pagándole a gestores para que nos hagan los trámites con algún marañeo ahí, etc.
Por supuesto que hay cultura en Caracas, pero hay tanta como en el resto del país (con 10 puntos menos de consideración al otro, en el caso de la clase media-alta y alta), y es necesario entenderlo. Esa cultura que realmente nos importa -tengamos o no teatros, comediantes, conciertos y cines independientes- es la descrita a la izquierda del número 3: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc."
De esa cultura es de la que necesitamos ocuparnos, en particular de aquéllo de modos de vida y costumbres. Esas que le enseñamos a nuestros chamos y que difícilmente adoptarán luego de salir de la casa. Gente: tenemos un hermoso país y gente con excelente carácter, en líneas generales. Y lo hacemos parecer un cataclismo desesperante a ojos de cualquiera -criollo o extranjero- que se espere un buen nivel de civismo.
Cultura es lo que necesitamos mejorar. Ese es, en esencia, el geiser del que emanan todos los males sociales, económicos y políticos que tenemos ahorita. ¿Un ejemplo?: por "cultura" decimos los decentes que no entraremos en política, porque "ese mundo es muy feo, es de corruptos". Y así le dejamos a los corruptos las puertas abiertas y las sillas de la Asamblea desocupadas.
Necesitamos crear una cultura bonita. Tenemos costumbres divinas, alegres, bonitas. Hagamos una cultura que nos haga prósperos. Una cultura que nos haga sentir bonito. Insertémosle valores. Regalémonos una mejor forma de vida. Regalémonos un verdadero orgullo nacional.
¡Vamos, no es tan difícil! Quitémonos ese prejuicio de que somos ricos culturalmente. Eso se quedó en gastronomía y música, falta el ser humano. Faltamos nosotros. Un paso a la vez, una mejor acción por día.
¿Se animan?
Para los twitteros, vayan echándole un vistazo a estos perfiles: @Noteengoriles y @ConValores. Para mantener en mente los ánimos de apostar a ser mejores ciudadanos.
#LamejorVzla es posible. Pero no es realmente Leopoldo ni Capriles quien tiene que comenzar a hacerla.
Etiquetado en:
diálogo abierto,
digo yo...,
venezolana
7 de julio de 2011
¿Viviremos y venceremos? o.O
Mis otras voces y yo vamos a tratar de decir esto de forma resumida, pero me disculpo de antemano, se nos complica eso. (Voy a poner lo importante en las letras oscuras, para el que se quiera ahorrar la intro.)
Explicar esa tristeza de ayer, la que volví a guardar hoy.
Todo empezó con el desfile del bicentenario. Fíjense, yo de chiquita siempre quise venir a Caracas a ver esos desfiles de gente y militares y aviones, cantando el himno nacional. De verdad, era mi forma de ver que aquí la gente estaba tan enamorada del país como las maestras nos enseñaban a estarlo en el colegio.
Este año, viviendo en Caracas, tuve la oportunidad de ir a verlo y no fui. Y de pana, tenía GANAS.
¿Por qué no fui? Me protegí de una posible -y efectivamente probable- decepción.
El 5 de julio TODOS los venezolanos teníamos motivos para celebrar 200 años de independencia. Poca gente se da cuenta, pero de verdad no es lo mismo 30 ó 100 años de independencia, que 200 años. El espacio para desarrollarse es mucho mayor. El enraizamiento de la idea de la libertad dentro de la mente del pueblo es exponencial con el tiempo, y ahorita, a pesar de que dependamos del petróleo, de Estados Unidos, y del dólar para importar los productos que no nos esforzamos en producir; nos sabemos libres. Sabemos buscar lo que queremos.
Por eso sostengo que debimos todos celebrar.
Ahora, como venía contando, el factor decepcionante que me temía apareció. Militares cantando que quieren socialismo, para empezar. Si lo cuento en otro lado, no me lo creen. Y yo pensaba que eso -que ya es normal- iba a ser la decepción del día. Me dormí pensando en eso, luego de que vi el final del evento, vi a Dudamel cerrar el concierto, lloré escuchando el Alma Llanera... Quedó magnífico. Todo. Yo me quito el sombrero con los que organizaron esa vaina. Porque los trajes históricos, las carrozas, los trajes militares que usaron... todo fue una belleza. Así, con ese esplendor y más, es que hay que celebrar a un país.
Yo, por mi parte, me saqué la espinita y me acosté feliz.
Esa felicidad me duró como hasta las 8 am del día siguiente.
Y todo fue culpa de la oposición. Fíjense, cuando me metí en Twitter y vi lo que estaban diciendo de Dudamel (y otros), denigrándolo por haber participado en el evento "chavista", por poco me vuelvo Hulk. Cuando se me pasó la arrechera, me puse triste.
Yo creo que todos estamos de acuerdo en que Gustavo Dudamel es la figura musical venezolana más reconocida actualmente en el mundo. Él y Simón Díaz, pero él es el nuevo concepto, el éxito del talento dedicado a generar talento nacional. ¿Quién tiene más merecido que él el honor de representar a su país en un acto DE ESE TAMAÑO? ¿Quién mejor que él, para transmitir con su música eso que sí nos une a todos los venezolanos, para enviar calladito ese mensaje final y dejarnos a TODOS con una sonrisa?
Me parece terrible y asqueroso que lo insultaran. La oposición se jacta de "ser abierta", e igualmente excluye. La gente está obsesionada y envenenada de un lado y del otro. La gente no quiere ver que Chávez no es ni la solución, ni el verdadero problema. Todos están felices con tener un blanco a quien apuntar el dedo para achacarle sus rollos o mostrarle los estómagos vacíos para que se los llenen gratis.
Los medios dicen lo que les da la gana. Unos, siempre amarillos y los otros, siempre rojos.
Si de verdad la gente está pensando contentarse con un mal menor, a costa de salirnos del "socialismo del s.XXI", entonces aquí sólo cambiarán las cosas por encima.
Si la gente sigue envenenando a los demás como lo han hecho hasta ahora, esta causa-país se va a volver poco a poco menos defendible. Y, en el punto en que estamos, eso ya es bastante decir.
Quiero irme.
No quiero irme.
Quiero irme.
No sé...
Aquí, o podemos vivir todos, vencemos un poco nuestro egoísmo y echamos pa' lante como es, o nos tatuamos las 3 estrellitas del 3er mundo en la frente y nos sentamos a esperar las otras.
Hoy por hoy, quiero irme.
Explicar esa tristeza de ayer, la que volví a guardar hoy.
Todo empezó con el desfile del bicentenario. Fíjense, yo de chiquita siempre quise venir a Caracas a ver esos desfiles de gente y militares y aviones, cantando el himno nacional. De verdad, era mi forma de ver que aquí la gente estaba tan enamorada del país como las maestras nos enseñaban a estarlo en el colegio.
Este año, viviendo en Caracas, tuve la oportunidad de ir a verlo y no fui. Y de pana, tenía GANAS.
¿Por qué no fui? Me protegí de una posible -y efectivamente probable- decepción.
El 5 de julio TODOS los venezolanos teníamos motivos para celebrar 200 años de independencia. Poca gente se da cuenta, pero de verdad no es lo mismo 30 ó 100 años de independencia, que 200 años. El espacio para desarrollarse es mucho mayor. El enraizamiento de la idea de la libertad dentro de la mente del pueblo es exponencial con el tiempo, y ahorita, a pesar de que dependamos del petróleo, de Estados Unidos, y del dólar para importar los productos que no nos esforzamos en producir; nos sabemos libres. Sabemos buscar lo que queremos.
Por eso sostengo que debimos todos celebrar.
Ahora, como venía contando, el factor decepcionante que me temía apareció. Militares cantando que quieren socialismo, para empezar. Si lo cuento en otro lado, no me lo creen. Y yo pensaba que eso -que ya es normal- iba a ser la decepción del día. Me dormí pensando en eso, luego de que vi el final del evento, vi a Dudamel cerrar el concierto, lloré escuchando el Alma Llanera... Quedó magnífico. Todo. Yo me quito el sombrero con los que organizaron esa vaina. Porque los trajes históricos, las carrozas, los trajes militares que usaron... todo fue una belleza. Así, con ese esplendor y más, es que hay que celebrar a un país.
Yo, por mi parte, me saqué la espinita y me acosté feliz.
Esa felicidad me duró como hasta las 8 am del día siguiente.
Y todo fue culpa de la oposición. Fíjense, cuando me metí en Twitter y vi lo que estaban diciendo de Dudamel (y otros), denigrándolo por haber participado en el evento "chavista", por poco me vuelvo Hulk. Cuando se me pasó la arrechera, me puse triste.
Yo creo que todos estamos de acuerdo en que Gustavo Dudamel es la figura musical venezolana más reconocida actualmente en el mundo. Él y Simón Díaz, pero él es el nuevo concepto, el éxito del talento dedicado a generar talento nacional. ¿Quién tiene más merecido que él el honor de representar a su país en un acto DE ESE TAMAÑO? ¿Quién mejor que él, para transmitir con su música eso que sí nos une a todos los venezolanos, para enviar calladito ese mensaje final y dejarnos a TODOS con una sonrisa?
Me parece terrible y asqueroso que lo insultaran. La oposición se jacta de "ser abierta", e igualmente excluye. La gente está obsesionada y envenenada de un lado y del otro. La gente no quiere ver que Chávez no es ni la solución, ni el verdadero problema. Todos están felices con tener un blanco a quien apuntar el dedo para achacarle sus rollos o mostrarle los estómagos vacíos para que se los llenen gratis.
Los medios dicen lo que les da la gana. Unos, siempre amarillos y los otros, siempre rojos.
Si de verdad la gente está pensando contentarse con un mal menor, a costa de salirnos del "socialismo del s.XXI", entonces aquí sólo cambiarán las cosas por encima.
Si la gente sigue envenenando a los demás como lo han hecho hasta ahora, esta causa-país se va a volver poco a poco menos defendible. Y, en el punto en que estamos, eso ya es bastante decir.
Quiero irme.
No quiero irme.
Quiero irme.
No sé...
Aquí, o podemos vivir todos, vencemos un poco nuestro egoísmo y echamos pa' lante como es, o nos tatuamos las 3 estrellitas del 3er mundo en la frente y nos sentamos a esperar las otras.
Hoy por hoy, quiero irme.
Etiquetado en:
digo yo...,
venezolana,
yo quiero
5 de julio de 2011
Difundir ideas vs. tomar acciones
Expresión y acción.
¿Debería cambiar allí esa y por un vs.?
Voy a empezar yendo directo al grano.
En el libro que les comenté hace poco de Carlos Fuentes, él mismo se describe como un opositor del gobierno, un individuo de cierta importancia en la esfera intelectual-política del país. Como escritor, reflejaba en cartas, publicaciones y en sus mismas obras esa realidad que necesitaba manifestarse al mundo, y a los mismos mexicanos engañados por los medios de comunicación. En fin, cosas con las que podemos asociarnos los venezolanos.
El personaje de Diana Soren le dice a Fuentes en cierto momento:
"Te había leido (...) Creí que eras un revolucionario de verdad. Alguien que pone sus actos donde pone sus palabras. No es cierto. Escribes pero no haces. Eres como los liberales gringos."Acto seguido, lo deja. Pero eso no importa, acá lo que llama la atención es su argumento, su decepción.
Personas como Diana Soren hay muchas. Personas como Diana Soren piensan que sólo el acto es la manifestación debida de una idea. Piensan, en muchos casos, que es necesario construir algo, destruir algo, desordenar otra cosa, hacer visible la bota afincada sobre la cabeza de sus culebras...
¿Deberíamos estar todos de acuerdo con esto?
¿Qué queda entonces de Rousseau, de su contrato social, de Montesquieu y de tantos otros? OK. No todos hemos leido a Maquiavelo, y yo sólo sé de Montesquieu lo que aprendí en el colegio. Vámonos a otros ejemplos, vámonos a Mario Vargas Llosa (a quien tampoco he leido), a José Saramago, o vengámonos más acá con gente más pequeña como Laureano Márquez o Zapata, si les gusta. Ellos hablan, escriben, dibujan una realidad a un público enorme en el caso de los primeros y pequeño -pero significativo- en el caso de los últimos.
Todos llaman a las conciencias, a la pregunta, a abrir una puerta hacia nuevas ideas. Mejores ideas.
¿Son voces nulas, acaso?
Siendo yo la que escribe, me doy el lujo de lanzar mi opinión: no.
Creo que el artista (incluyendo al escritor) hace por el cambio tanto como hace un militante de la ETA por su propuesta. Es una movida muy distinta, sin lugar a viene de mentes distintas, pero no por ello debe considerarse una movida de menos validez. Hay gente que no lo sabe, pero sembrar una idea puede ser peligroso, algo más acusable, sí, pero más virulento y difícil de prevenir que la implantación de una bomba en la cama de G.W. Bush.
Personas como Diana Soren piensan que los que actúan rigen el mundo, cosa que es difícilmente cuestionable. Yo creo que les falta considerar que no son esos mismos los que rigen a las personas. Cada quien se rige a sí mismo*, está en cualquier concepto de libertad. Falta ver, ¿qué es lo que hace que nos veamos como un GRUPO y demos ese paso extra hacia exigir cómo queremos que nos gobiernen?
¿Que llegue un caudillo que se pinte como un caballo indomable y nos diga "vamos"?
¿O que de verdad entendamos que no hemos pensado BIEN en lo que queremos?
A pesar de haber usado la palabra "caudillo" que suena acá a cada rato, no quiero referirme sólo a la situación política venezolana, podríamos hablar de si nos lanzamos o no a decir de una buena vez que NO QUEREMOS que nos construyan esa clínica privada que quieren hacer en la esquina. O que nos muestren los planos de vialidad que proponen con el centro comercial mega atravesado en la vía hacia El Hatillo. Yo creo que no sé de un país/pueblo en donde todos estén de acuerdo con lo que pasa.
Necesitamos darle valor a la idea.
No hay acción inteligente /smart choice sin una idea.
Acá les dejo una charla interesantísima que vi hace unas semanas en TED Talks.
La exponente es una mujer iraní, se llama Shirin Neshat y es fotógrafa y artista plástica. Está exiliada por haber expuesto obras de arte con ideas inaceptables para el gobierno actual, y desde occidente llama a las personas -en todo el mundo- a expresarse, denuncia la hipocresía política de los EEUU y habla de la importancia de estar consciente de las cosas.
Les juro que este video vale la pena. (Y creo que pueden ponerlo en español)
Shirin Neshat no ha dirigido ataques terroristas, ni golpes de estado, ni marchas por su país. Pero si desprecian en su arte un impulso hacia ver qué está pasando, hacia la pregunta de ¿tiene que ser así?, entonces quizá estén, como muchos acá, marchando sin saber sobre qué están sonando sus pisadas.
Digerir la idea fue la base del éxito de Martin Luther King y de Gandhi.
En cualquier ámbito que lo tomen, puede ser la base de nuestro éxito en muchas acciones.
* Hay limitantes obvias que no vienen al caso.
Etiquetado en:
diálogo abierto,
venezolana
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)