15 de junio de 2008

Animal Nocturno


Soy un animal nocturno. O bueno, en realidad más adecuado sería decir que soy un ser de la noche. Pero como la gente se ha encargado de darle a esas 4 palabras una connotación de “monstruo”, pues me quedo con el animal. Soy un animal nocturno. Lo digo porque amo la noche.

Amo su firmamento que, incluso estando desnudo, permanece insondable, e irónicamente más bello… presenta a la noche como una mujer sin complejos que muestra orgullosamente sus lunares titilantes. Y que permanece así: orgullosa, oscura y llena de secretos. Me fascinan sus lunares, lo heredé de mi papá.

Me gusta su oscuridad. Porque es eso precisamente: oscura pero no sombría. Soy amante (de) y adicta a esa mini-tasa de adrenalina que me espabila cuando no estoy viendo adonde coño queda lo que estoy buscando.

Me encanta su olor a cambio, porque el mundo, al fin escondido, se desviste y parece limpiarse. Como si preparara para otro día que pudiese –quién quita- ser uno especial. Y se me contagia el optimismo en ese acto, con ese olor. Los síntomas siempre aparecen al día siguiente… siempre y cuando deje mis ventanas bien abiertas mientras duermo.

Amo la noche, y que todo en ella juegue a ser un misterio. Porque se nos muestra siempre, desde siempre, y aún ha logrado que sean pocos los hombres que no le temen con el mismo temor que le tienen al mar, pocos los que se aventuren a perderse en ella. Pocas cosas tan extremadamente ordinarias como la noche nos despiertan tanto interés, o logran maravillarnos tan frecuentemente. ¿A cuántos no nos gustaría pedirle unos tips al respecto?

Amo la noche, y que te arrulle los sueños con esa voz que el mundo le presta. Con luna o sin ella, tiene su manera de reflejar las cosas y de iluminar los ojos. Maquilla a Caracas, y saca a relucir el espíritu de Maracaibo y el calor del hogar en Bélgica. Por encima de la oscuridad y por debajo del silencio (allí, entre los colores que se pierden) ella condensa un “replay” de todo lo que fue en el día. Enseña a observar, y enseña a crecer.

¿Qué más puedo decir? Puede que no sea en la noche el momento que más me gustó de un “hoy”, pero es en la noche de hoy cuando más lo aprecio. La noche es la excusa perfecta para soñar, y por eso, una puerta a todo lo que lleguemos a ser. Nada mejor que estar acostada, entre mis cuatro paredes amarillas, debajo de mi ventana, y observarla reinar el paisaje. Nada mejor que todos los días a estas horas, cuando todo pasa sin que nadie lo sepa.

1 comentario:

  1. Me recuerdas a Goethe: "La noche es la mitad de la vida; la mejor mitad".
    Besos.

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Este post acepta piropos, críticas, cuentos borrachos, carticas de amor... en fin, deje usted lo que quiera. Aquí lo disfrutamos

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